IV. La Supremacía de la Noche.
- El despertar de la inocencia a una novedosa experiencia,
Herr Rainer. No hallo otra conclusión.
El anciano, levantándose de su silla repuso en tono
meditativo, a la vez severo:
- Perciba usted el fondo de los asuntos, Herr Luis, a partir
de una lectura desapasionada y reléala desde el punto de vista de un poeta de
posguerra y de traumas sucedidos. Cuando se canta a la amada, se la llena de
elogios, de bondades desbordantes, ciegas y apasionadas, propias del Eros. Otra
cosa es cantar a lo oculto: Ein anderes, web, jenen verborgenen
schuldigen Fluss-Gott des Bluts. Al dios fluvial. El torrente sanguíneo de
este joven posee toda la esencia del amor en el recuerdo y en la reflexión. Un
adolescente va a experimentar nuevas sensaciones. Requiere estímulo. Ella, la
compañera, lo reconoce desde lejos, lo intuye, porque sabe que su amado acaba
de nacer a una experiencia nada ajena. Ella ha despertado primero. Ahora, aquel
impulso subterráneo que lo doblega frente al primer estímulo, es el marco
temático del poema en la persona de este muchacho.
Mi interlocutor tomó asiento. Con seria actitud de
contemplación, esperaba de mi rostro una reacción a lo dicho. Mi silencio
obligábame a pausar sin un argumento de respuesta, pues de esta forma me había
introducido al tema de la Elegía en cuestión. La Tercera. Esperé respetuoso su
intervención.
- ¿Cómo la vierte Talens en español?
- “Una cosa es cantar a la amada. Otra, ¡ay! A aquel
escondido y culpable dios-río de la sangre”.
- La sensación lo lleva a experiencias novedosas, Herr Luis.
El primer estímulo de eso que se aferrará como el tridente de Neptuno, O
des Blutes Neptun, o sein furchtbarer Dreizack. Y esta dependencia, este
aferrarse al primer objeto de amor lo atormentará de aquí en adelante. De aquí
el vocativo.
- Entiendo. La condenación por apegarse hacia algo.
- Ja, Natürlich, aber... la condena se comprenderá como tal
después. No se adelante usted. Aprender el desapego es la misión que pocos
disciernen en la edad postrera. Pero note que esta muchacha lo busca, lo alivia
en presencia y en soledad. Como si no existiese. La fantasía del adolescente
invoca al Eros aún cuando ella no está.
- Y así alza su cabeza divina, llamando a la noche a un
tumulto sin fin...
- Aufrufend
die Nacht zu unendlichem Aufruhr. Es ahora una suerte de dios que
quiere vivir su propia experiencia. Y todo, absolutamente todo le es novedad
íntima.
- Interesante, Herr Rainer. Es la experiencia de todo
hombre. La raíz de sus primeras preocupaciones.
- Y sus primeros terrores, como veremos luego.
- Del rostro del joven, Herr Rainer, emana una luz
estelar... ¿qué pudiera ser esta comparación?
- Le pregunta a las estrellas: Ihr Sterne, stammt
nicht von euch des Liebenden Lust zu dem Antlitz seiner Geliebten? Hat er die
innige Einsicht in ihr reines Gesigt nicht aus dem reinen Gestirn?
- “Ustedes, estrellas, ¿no surge en vosotras el gozo del amante al ver el rostro de su amada?” permítame un ajuste en la traducción a Talens que he ensayado: “¿No posee él la íntima visión de su rostro puro a partir de la pureza misma de los astros?”
- “Ustedes, estrellas, ¿no surge en vosotras el gozo del amante al ver el rostro de su amada?” permítame un ajuste en la traducción a Talens que he ensayado: “¿No posee él la íntima visión de su rostro puro a partir de la pureza misma de los astros?”
- Gut. En esta parte de la vida, no podemos señalar un amor
egoísta. Es puro, como la luz de las estrellas, que ven en este rostro su
propio reflejo. No lo condena ninguna experiencia de lujuria ni desenfreno,
porque es flor en capullo. Es la pureza de la primera sensación. Repare usted,
Herr Luis en la palabra alemana Einsicht. Ihre Langenscheidts, bitte.
Como me era habitual, el señor Rainer ya tenía el pequeño
diccionario de pasta azul sobre la mesa. Buscando en Einsicht:
“vista/ conocimiento/ examen/ inteligencia/ examinar/...”
- Es una mirada de profundidad. La contemplación de un
rostro puro reflejado en la pureza de las estrellas, que deviene discernimiento,
un despertar a la razón. No existe, por tanto sensación de mácula en esta
primera experiencia natural, vivida de su propio torrente sanguíneo. Pero
ahora, dejemos los detalles para ir al fondo del asunto: las causas. Y veamos
en el cuestionar sucesivo del poeta el planteamiento de las causas. Leamos
interlineado, con apoyo de su traducción, Herr Luis. Du nicht hast ihm,
web, nicht seine Mutter hat ihm die Bogen der Braun so zur Erwartung gespannt.
Bitte.
Bitte.
- “No fuiste tú, ay, ni fue su madre, quien tensó así el arco
de sus cejas para la expectación...”
- Absuelta la madre de culpa, debemos reparar, entonces, en
un acto individual del muchacho. Una nueva creación. Nicht an dir, ihn
fühlendes Mädchen, an dir nicht bog seine Lippe sich zum fruchtbarern Ausdruck.
- “No fue por ti, muchacha, que lo sientes, no fue tu contacto lo que hizo que sus labios se curvasen en una expresión más fértil...”
- “No fue por ti, muchacha, que lo sientes, no fue tu contacto lo que hizo que sus labios se curvasen en una expresión más fértil...”
- Bog, “se arquearan”, para traducirla con
precisión, como la amada, que en aquella noche se crucificó sobre los
dos maderos curvados de mi beso...
- Y tu pena me ha dicho que Jesús ha llorado/ Y que
hay un viernesanto más dulce que ese beso...
- Sehr gut. Curiosa la similitud. Entonces, exculpamos
también a la amada. Él es responsable de su propia sensación. Descubre por si
mismo y acomoda su postura amatoria a su propio llamado. A sus voces propias.
La leve aparición de la amada muchacha no lo pudo haber estremecido, aunque
ella vague como la brisa mañanera, con todo su candor y deleite. Pero hay algo
que no podemos negar: Zwar du erschrakst ihm das Herz; doch ältere
Schreckenstürzten in bei dem berührenden Anstoss.
- “Cierto es que le aterrorizaste el corazón; pero otros miedos más antiguos se agolparon en él por el impulso del contacto”.
- “Cierto es que le aterrorizaste el corazón; pero otros miedos más antiguos se agolparon en él por el impulso del contacto”.
No alcanzo a comprender este verso oscuro, Herr Rainer.
- Habitan viejos terrores en el corazón y en el recuerdo de
este muchachito. Él es dueño y señor de su propia madre, de quien se alimenta.
No comparte este éxtasis con nadie, ni siquiera con su padre, un intruso: su
primer rival. Pero es la madre quien desea retornarlo a su seno, a esa prisión
que le dio forma durante meses, desde que tuvo conciencia propia, y a quien ve
también con terror, cuando esta prolonga un cordón entre su carne, sus brazos y
el mundo que se le abre paso con todos sus descubrimientos en soledad. Quiere
entender el mundo a su manera. Sus terrores ceden al deleite y se refugian en
este nuevo amor, intruso también, pero diferente: Ruf ihn... du rufst
ihn nicht ganz aus dunkelem Umgang. Freilich, er will, er entspringt; erleichtert gewöhnt er sich in dein
heimliches Herz und nimmt und beginnt sich. Aber began er sich je?
- “llámalo… Tu llamada no le hace salir desde oscuras galerías. Él, sin duda, lo quiere, se escapa; aliviado se familiariza con tu escondido corazón, y en él se asume y se inicia a sí mismo. Pero ¿se inició alguna vez?”
- “llámalo… Tu llamada no le hace salir desde oscuras galerías. Él, sin duda, lo quiere, se escapa; aliviado se familiariza con tu escondido corazón, y en él se asume y se inicia a sí mismo. Pero ¿se inició alguna vez?”
- Und nimmt und beginnt sich... se inicia a sí mismo. Éste
es el mérito de la muchacha. Con él se inicia algo verdaderamente propio.
Madura en su vivencia de Eros. Pero... ¿realmente se emancipó de la madre, de
ese cordón que le extiende con cariño y con ese lenguaje que le sabe aún a
leche entre los labios? Aber began er sich je? Ella lo empezó. Ella inclinó
sobre sus inocentes ojos el mundo amigo, apartándolo del extraño. Ella se torna
responsable de una fatalidad: Wo, ach, hin, sind die Jahre, da du ihm
einfach mit der schlanken Gestalt wallendes Chaos vertratst?
- “Ay, ¿dónde se han ido los años, en que tú, con tu esbelta figura, le defendías del caos fluctuante?”
- “Ay, ¿dónde se han ido los años, en que tú, con tu esbelta figura, le defendías del caos fluctuante?”
- Ella fue la primera en tranquilizar sus noches
angustiantes. Le ocultó muchas cosas, evitándole traumas postreros. Le iluminó
todo aquello que debía mostrarle. Aún el inofensivo cuarto, sospechoso por las
noches, en las tinieblas. Desde su corazón pleno de refugio.
Repare en esta hermosa frase: aus deinem herzen voll
Zuflucht mischtest du menschlichern Raum seinem Nacht-Raum hinzu.
- “Desde el inmenso refugio de tu corazón añadiste a tu espacio nocturno otro más humano”
- “Desde el inmenso refugio de tu corazón añadiste a tu espacio nocturno otro más humano”
- Había siempre una respuesta para toda mueca, toda
expresión que ella leía en el rostro de su pequeño. Es el primer sentido de
humanidad que le damos a los objetos. Queremos entenderlo así, porque así
fueron los primeros relatos... hermosa la frase. Y el caudal del poema alcanza
su belleza expresiva, cuando reflexiona así: Nicht in die Finsternis,
nein, in dein näheres Dasein hast du das Nachtlicht gestellt, und es schien wie
aus reundschaft. Nirgends ein Knistern, das du nicht lächelnd erklärtest, als
wüsstest du Lángst, wann sich die Diele benimmt…
- “No en la tiniebla, no, sino en tu existencia mucho más cercana encendiste la lámpara de noche que brillaba como la luz amiga. Jamás un crujido que no explicases sonriendo, como si de antemano supieras cuándo se comporta así el zaguán”.
- “No en la tiniebla, no, sino en tu existencia mucho más cercana encendiste la lámpara de noche que brillaba como la luz amiga. Jamás un crujido que no explicases sonriendo, como si de antemano supieras cuándo se comporta así el zaguán”.
Entiendo por esto ese afán de protegerlo aún de cualquier
ruido extraño...
- “Como se comporta el zaguán” es la correcta traducción.
Nada hay que temer, bajo el calor y la sombra de la madre nocturna. El refugio
de amor está asegurado para él. Su atenta y tierna vigilia, ese levantarse de
noche consigue que él escuche en calma. Que interpretara en paz la evidencia
caótica de experiencias extrañas. El poder de la interpretación. El nacimiento
de las ideas. Pero, detrás del armario, en lo alto del abrigo, se refugia su
destino de un modo misterioso: hinter den Schank trat hoch im Mantel
sein Schicksal, und in die Falten des Vorhangs passte, die leicht sich
verschob, seine unruhige Zukunft.
- “Detrás del armario, en lo alto del abrigo, se escondía su
destino y se asentaba entre los pliegues de la cortina, desplazándose con
suavidad, su porvenir inquieto”. Oscuro. Demasiado oscuro para mí, Herr Rainer.
- Porque lo desea, Herr Luis. Alumbremos: la luz materna no
lo iluminó todo. Hay recuerdos de contemplación que quedaron en el misterio y
regresan al ser invocados: imágenes misteriosas que nunca tuvieron la necesidad
de un porqué. Imágenes que se sostienen en el poema: el destino, el porvenir,
en cada pliegue de la cortina, por la manera cómo se acomodaba el dormitorio
del recuerdo. Y para la madre será siempre un misterio el futuro de su hijo,
porque no todo fue interpretado. Ella está limitada a su propia experiencia de
hija. Se establece así la individualidad.
- Asombroso, Herr Rainer. Ahora lo entiendo. Alguna vez
usted me señaló este afán humano de interpretación.
- Y el niño, adormitado, ahora la contempla. La asocia a las
demás visiones, por debajo de sus párpados, aún soñoliento, disolviendo la
dulzura de su leve silueta de madre. Durante esos anhelados momentos previos al
sueño, casi en duermevela: schien ein Gehüteter... Aber innen: wer
wehrte, hinderte innen in ihn die Fluten der Herkunft?
- “Parecía seguro…pero dentro, ¿quién le defendía? ¿Quién podría detener en su interior los torrentes del origen?” Le asalta la inseguridad otra vez. Nunca, entonces habrá una sensación de plena seguridad...
- “Parecía seguro…pero dentro, ¿quién le defendía? ¿Quién podría detener en su interior los torrentes del origen?” Le asalta la inseguridad otra vez. Nunca, entonces habrá una sensación de plena seguridad...
- Hasta aquí alcanza el poder protector de la madre. No es
posible invadir el sueño de su hijo. Allá no llega. Ahora es víctima de sí
mismo. Y las ideas, los pensamientos se suceden en la profundidad del sueño.
Hay presencias oscuras y amenazadoras, que acosan al viajero como fieras
salvajes en su propia selva selvaggia, en el pórtico de la
desesperanza. No existen las explicaciones, sino las interpretaciones que
devienen en complejas pesadillas y en postreros traumas. Los torrentes de su
origen. En ese estado febril de sueño, se entregaba. Hay ahora fuerzas
inconscientes conectadas con los antepasados, que le guiñan terroríficamente. Pero amaba. Liebte sein
Inneres, seines Inneren Wildnis, diesen Urwald in ihm, auf dessen stummen
Gestürztsein lichtgrün sein Herz stand. Liebte.
- “Amaba. Amaba su interioridad, su naturaleza salvaje, esa selva ancestral que había en él, sobre cuya muda caída se irguió su corazón en verde luminoso, su propio corazón. Amaba...”
- “Amaba. Amaba su interioridad, su naturaleza salvaje, esa selva ancestral que había en él, sobre cuya muda caída se irguió su corazón en verde luminoso, su propio corazón. Amaba...”
- Y el adolescente no es ajeno a esto. Siempre lo ha sabido
por sí mismo. Y por eso lo ama. Su primera razón. Y le sonríe con mas ternura
que a la propia madre. La vida se encargará de aquilatar estas escenas de
terror, tan suyas, tan amadas, que de alguna forma le explicarán el sentido de
su vida: describirán y moldearán su conducta de juventud durante los años de
madurez. Sigue las raíces, el origen poderoso, desciende hasta la sangre más
antigua, al ancestro, como en una visión de Dante, donde las sombras le hacen
guiños, le reconocen. Y él sonríe lo espantoso. Ja, das Entsetzliche
lächelte... Selten hast du so zärtlich gelächelt, Mutter. Wie sollte er es
nicht lieben, da es ihm lächelte. Vor dir hat ers geliebt, denn, da du ihn trugst
schon, war es im Wasser gelöst, das den Keimenden leicht macht.
- “Si, le sonreía lo horrible… rara vez le has sonreído con tanta ternura, madre. ¿Cómo no iba a amarlo si le sonreía? Lo amó antes que a ti, porque cuando tu le llevabas en tu seno, estaba disuelto en el agua, la que hace más ligera a la semilla”.
- “Si, le sonreía lo horrible… rara vez le has sonreído con tanta ternura, madre. ¿Cómo no iba a amarlo si le sonreía? Lo amó antes que a ti, porque cuando tu le llevabas en tu seno, estaba disuelto en el agua, la que hace más ligera a la semilla”.
El señor Rainer, de pie ahora, dirigió sus pasos y su mirada
hacia el cielo de madrugada, por la ventana de vidrios enteros. Contemplando el
infinito estrellado, dijo con voz imperativa:
- ¿Qué sabe ella, realmente de él? Ella, ¡que se sintió
precursora en su vida! Poco o nada, quizá. Lo que su intuición le dicte, pero
en realidad nada. Y es que el amor humano no se compara a la flor pasajera. El
que ama, invoca por los brazos una savia inmemorial. No es, por tanto el amor
hacia uno o hacia alguien por venir. Sino a una innumerable germinación de
otros que vendrán. No al niño, a la semilla, sino a los ancestros que reposan
como colosas montañas en el fondo de uno. Madres antiguas que yacen en el seco
cauce de un torrente que fue. ¿Qué sabe ella, realmente de él? Todo, todo el
paisaje silencioso bajo una fatalidad sombría o clara: dies kam dir,
Mädchen, zuvor. ¿Qué sabe ella, realmente, de sus rivales?
Detrás de él, el tiempo de cera, nuestro indicador temporal,
advertía una mortecina llama hacia sus últimos intentos de luz.
Extendiendo mi vista hacia el objeto de contemplación del
señor Rainer, más allá de la silueta de una ciudad que estaba a punto de
despertar, perdí mi mirada silencioso hacia un cielo lila que destacaba en el
horizonte occidental los luceros y las constelaciones del amanecer. Adivinaba
detrás de mí el naranja oro del este, la aparición solar, imposible de
contemplarla desde el recinto donde nos hallábamos. Nuestra conversación se
había extendido hacia el final de esa noche, cuyo inicio he olvidado. Sus
palabras hacían alusión a la última estrofa de la Tercera Elegía que nos había
convocado en Villa Filomena. Y creía, en este momento, que el señor Rainer las
hacía suyas, por el tono fuerte y reclamatorio que le ponía a la traducción de
cada verso. Repitió tres veces en alemán la frase dies kam dir,
Mädchen, zuvor: “todo esto, muchacha se te anticipó”.
Como quien le habla a una estrella, dijo a continuación:
- ¿Qué sabes, tú, muchacha, tú misma? En tu amante
intentaste conjurar su pasado, tan remoto. Se revolvieron sentimientos por
seres desaparecidos. ¡Cuántas mujeres no te odiaron, allí! ¡Cuántos hombres
sombríos has agitado en las venas de este adolescente, muchacha! Niños muertos
quisieron verte, ir a tu encuentro. O leise, leise, tu ein liebes vor
ihm, ein verläbliches Tagwerk, -führ ihn nah an den Garten heran, gib ihm der
Nächte Übergewicht... verhalt ihn...
Rompiendo mi silencio, traduje de Talens:
Rompiendo mi silencio, traduje de Talens:
- “Oh, suave, suave, proponle una amorosa y fiable tarea
cotidiana, llévale hasta el jardín, dale la supremacía de la noche...
Retenle...”
Hermosa conclusión, Herr Rainer.
- Es el encargo final, Herr Luis. Ella quiere tenerle
siempre consigo en el calor de su seno. Él pertenece a su pasado y a sus
interrogantes sin respuesta y se perderá en esa búsqueda como peregrino hacia
su misión de asceta... pero se le indica a ella que haga de su paraíso el más
dulce, el más tentador, como lo sugiere el sabio hebreo: bebe el agua
de tu cisterna, los raudales de tus pozos. ¿Quieres derramar fuera tus
manantiales, por las plazas públicas tus arroyos? Sean para ti solo y no para
otros contigo. Bendita sea tu fuente y goza de la mujer de tu juventud; cierva
carísima, gacela graciosa, que sus senos te embriaguen en todo tiempo y estés
siempre prendado de tu amor. Proverbio 5, en Franquesa y Solé, Herr Luis.
Depende ahora de su sabiduría el retenerle, el tenerle consigo. Algo que pocas
logran.
El señor Rainer procedió a dirigirse hacia mí, invitándome a
ver el infinito amanecer que experimentaba un gradual cambio de tonalidad.
- Cada relación romántica, Herr Luis, sigue el modelo del
ancestro, de la madre durante la infancia, para ser exactos. Desarrolla y se
hace complejo en el tiempo, anticipándose así a la primera muchacha que
despierta en la adolescencia del aprendiz la primera necesidad erótica. La
muchacha y la madre son rivales de esta forma. Así es como la amada presiente
el pasado del joven y que alguna vez enfrentará a los difuntos ancestros que
viven en su sangre o expectativas truncas como Tote Kinder wollte zu
dir... “niños muertos que quieren ir hacia tí”. Ella ignora todo esto. Hace
oídos sordos al consejo, a la exhortación de la voz vieja y sabia. Sabe ella
que su inteligencia depende del sobrepeso, de la supremacía de la noche, gib
ihm der Nächte Übergewicht... de ese paraíso que construirá en torno a él
para retenerle... sólo para retenerle... Y de esto se fía.
¿No le parece, Herr Luis, hermosa esta noche que retiene a
sus luceros antes de morir?
Asomándome por la ventana, me hice dueño de aquella
contemplación. El cielo me dejaba ver constelaciones desconocidas.
Inevitablemente, los colores del lila celestial se tornaban azulados y la
gradual luz que venía del este dejaba ver la silueta de una caravana de nimbus
hacia el horizonte marino. Retenle...! Quería de alguna forma
retener lo imposible: retener la noche, las veladas con las Elegías del Duino,
las madrugadas que no tenían porqué hacerse cortas. Pero, sin tomar en cuenta
la duración de la charla con mi maestro, aprendí a dilucidar una vez mas la
profundidad de exploración poética que Rainer María Rilke lograba en cada una
de sus Elegías. Tenía que convocar a Ricardo, a Aníbal y a los demás amigos a
una tertulia alrededor de esta experiencia, omitiendo desde luego a mi
anfitrión, quien me pedía discreción y silencio con relación a nuestros
encuentros misteriosos en Villa Filomena. Ni Manuel Olivares podía estar al
tanto de muchas cosas que le alegrarían saber.
Mi presentimiento me advertía algo. Ya había transcurrido
algún tiempo desde que el señor Rainer me había invitado a ver el amanecer.
Había olvidado su pregunta. La noche se hacía espléndida mientras intentaba
retener los últimos luceros en un tono, ahora azul. El silencio detrás de mí me
hablaba de una silenciosa despedida. Esa fue su respuesta. Sonreí al darme
cuenta que me hallaba con una velita apagada por falta de cera. Detrás de mí,
dos sillas, una mesita y el silencio de una pulcra habitación de madera: el
recinto del Herr Rainer.
Los primeros transeúntes de la mañana quizá no adivinen la
razón de mi sonrisa y mis modos amables para con ellos. Siento, en mi deambular
solitario y cansino, la alegría y la paz de vivir un nuevo amanecer sin la
complicada respuesta de cómo intentar retener cuantas veces quisiera a un amigo
como el señor Rainer.
Lima, 21 de febrero, 2007.
Dante Gabriel Rossetti: Found
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